Una educación de excelencia y pertinencia para todos es posible. En este país
nos hemos acostumbrado a que la educación de calidad sea sólo para ricos. Cada
año en nuestro país se gradúan cerca de 700.000 bachilleres, de los cuales el
38%, incluyendo al Sena, tienen el privilegio de entrar a la
universidad. Hemos vivido tanto tiempo en esta situación que ya se
nos hizo algo cotidiano. Pero excluir de un futuro promisorio a más de la mitad
de la población no tiene nada de natural, no es ético socialmente, pero
principalmente, no contribuye en absoluto al desarrollo humano sostenible por
el que debe trabajar una verdadera democracia. A veces
ciertas realidades nos nublan el horizonte, nos confunden sobre lo que es o no
es posible. Ahora cuando vuelve a conmocionarse, el ya desestabilizado sector
de la educación, vale la pena preguntarse ¿Es posible educar con calidad y
pertinencia a cada uno de nuestros compatriotas? La verdad si. Siempre y cuando
ésta se integre a las nuevas realidades y oportunidades que desafían la nueva
era de la información y el conocimiento gracias a la globalización.
El año pasado las marchas estudiantiles
pusieron en vilo al país. En medio del clamor de los jóvenes se exaltaba un
deseo loable, “más y mejor educación para todos”, teniendo en cuenta los costos
educativos en Colombia, esta era una posición ingenua. Frecuentemente, una
familia colombiana ve con tristeza como la posibilidad de ingresar a la
universidad se escapa de sus posibilidades.
No nos digamos mentiras. El esquema
tradicional de la educación, tanto pública como privada, es inequitativo.
Alcanzar una cobertura del 100% soportada en la educación tradicional,
simplemente no es posible. Los costos de operación y la
burocracia estatal la hacen insostenible.
El profesor de la Universidad de
Harvard, Clayton Christensen, se ha hecho famoso por desarrollar el concepto de
“innovaciones de ruptura”. Según este autor, este tipo de innovaciones se
caracterizan por ser fáciles, sencillas y accesibles. Tal vez el sector que
tiene mayor potencial de transformarse gracias a este tipo de dinámicas sea la
educación.
Los estudiantes de hoy aspiran a una
mejor educación que esté al alcance de sus bolsillos. Ellos esperan que lo
que pagan en impuestos se vea reflejado en la calidad de sus
profesores y contenidos. La buena noticia es que gracias a los avances de la
pedagogía y las tecnologías de la información y comunicación hoy sea
posible.
En el pasado muchas personas tenían
dudas respecto a la educación a distancia. Pero el mundo cambió para siempre,
no es un secreto que las universidades más prestigiosas en el mundo han abierto
sus puertas a esta nueva modalidad, tanto que hasta los más escépticos están
empezando a comprender lo que nos depara el futuro. Y el futuro es una
educación excelente para todos.
En Colombia tenemos más tres décadas de
experiencia en el mundo de la educación a distancia. A la fecha en la
Universidad Nacional Abierta y a Distancia UNAD tenemos más de 77.600 alumnos.
El 95% de nuestros estudiantes son de estrato 1, 2 y 3. Genuinamente llegamos
con educación de calidad a todos los rincones del país.
Si realmente queremos transformar el
país tenemos que democratizar la educación, de una vez y sin excusas. Llegó la
hora de derrotar nuestras ortodoxas e ineficientes
tradiciones educativas y a afianzar experiencias exitosas que se soportan en nuevas
y posibles utopías.
JAIME LEAL AFANADOR
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